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“Trump me insistió que quería una opción militar para Venezuela», escribe John Bolton al principio del capítulo titulado Venezuela Libre de su libro de memorias, The Room Where It Happened. “Yo expliqué por qué la fuerza militar no era una opción, sobre todo por la oposición a la idea en el Congreso. Yo estaba convencido de que podíamos lograr los objetivos trabajando con los oponentes de Maduro”.
Según Bolton, Estados Unidos no jugó ningún rol en “asistir o alentar a la oposición a asumir la presidencia interina. Ellos vieron esto como su última oportunidad. Ya estaba todo listo y nosotros debíamos decidir cómo responderíamos. ¿Sentarnos y observar?”. Dice el diplomático norteamericano que entonces instruyó a Mauricio Claver-Carone apoyar a Juan Guaidó.
En un principio, a Trump no le agradaba mucho el plan de que Guaidó se juramentara como presidente interino de Venezuela. Los asesores, encabezados por Bolton, le convencieron.
“Teníamos una muy buena oportunidad para derrocar a Maduro y era posible que no se repitiera si no se tomaban las medidas. Pompeo estuvo de acuerdo en que no podíamos permitir que se repitiera el error de Obama en 2009, cuando no hizo nada ante las protestas en Irán”.
Aún con Venezuela tensa y en la víspera de la juramentación de Guaidó, Trump no veía posible que Maduro cayera, ya que lo consideraba un enemigo «inteligente y fuerte». Bolton reveló que a horas del 23 de enero, «el ministro Vladimir Padrino y el canciller Arreaza se habían acercado a la oposición, tentativamente explorando cuál era la propuesta de amnistía de la Asamblea Nacional.
“Trump acordó reconocer inequívocamente a Guaidó, para lo cual Pence, quien se encontraba en la reunión, estaba listo», escribe el ex consejero de Seguridad. «Luego, Trump nos dijo: ‘Quiero que Guaidó diga que será extremadamente leal a Estados Unidos y a nadie más’”.
Bolton recalca en varias ocasiones que, pese a todo, el presidente Donald Trump seguía insistiendo en una opción militar para Venezuela y confirma que era él quien principalmente lo contenía. Escribe: “Y esa es la prueba de lo que algunas personas pensaron que era un chiste, cuando Trump luego comentó que yo lo estaba reteniendo. Él dijo la verdad sobre Venezuela”.
Aunque a Trump le emocionó el reconocimiento a Guaidó y vio todo como un evento histórico, a las pocas horas se mostraba escéptico.
“La primera señal de problema de Trump llegó la noche luego del 23 de enero, cuando me llamó para decirme: ‘No me gusta donde estamos’, refiriéndose a Venezuela”.
“Yo siempre he dicho que Maduro es duro. A este chico, Guaidó, nadie nunca ha escuchado de él”, le dijo el presidente a John Bolton.
John Bolton escribe que, en general, el Washington DC, había un sentimiento de oposición a la postura férrea contra Caracas y que esto era, de alguna forma, herencia de la administración de Obama “que en 8 años no vio a Venezuela, Cuba o Nicaragua como adversarios”.
En la medida en que avanza la lectura por el texto, se vuelven recurrente dos cosas: la desconfianza y escepticismo de Trump con Guaidó, y su voluntad de resolver la tragedia venezolana por la fuerza.
“El 3 de marzo, Trump me dijo: ‘Guaidó no tiene lo que se necesita… Aléjate un poco de eso, no te involucres tanto”.
“Trump pensaba que Guaidó era ‘débil’ en comparación a Maduro, quien era fuerte. Para primavera, Trump llamaba a Guaidó ‘el Beto O’Rourke de Venezuela’, difícilmente el tipo de halago que un aliado de los Estados Unidos esperaría”, escribe Bolton.
Al final del capítulo, queda claro que John Bolton y varios asesores estaban convencidos de que la estrategia debía diseñarse basándose en la posibilidad de un quiebre militar en Venezuela. Un elemento en el que Bolton pudo haber basado su decisión de apegarse a la idea del quiebre, fue que la oposición venezolana le dijo a Estados Unidos que Guaidó contaba con un respaldo del 80% de los militares.
Quedó claro, dado los hechos, que fue la estrategia desacertada. El quiebre militar que tanto esperaba John Bolton nunca se dio. Trump, por su parte, queda retratado como un hombre al que le faltó carácter y la voluntad de imponerse sobre sus asesores. Dado su desconocimiento sobre Venezuela, se dejó llevar por los asesores que diseñaron la estrategia equivocada.
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